EL Candil de los Pensamientos

Un maestro oriental de Feng Shui contó un cuento o relato para comentar las relaciones entre los hombres y las mujeres:

«¿Qué son el hombre y la mujer? El hombre es el líquido que el cielo emana y la mujer el cuenco de la tierra que lo recibe, y el líquido por contenido que esté, no dejará de ser líquido, y el cuenco, aunque esté lleno, no dejará de ser cuenco. Si el cuenco se rompe, el líquido se pierde; si se llena demasiado el cuenco, el líquido se derrama; si el cuenco está tapado o volteado el líquido no entra; si hay demasiados líquidos dentro del cuenco, los sabores se pervierten y el cuenco se pudre; y si el cuenco quiere llenar al líquido, el cuenco se hunde. ¿Para qué crear conflicto si el cuenco puede perfectamente contener el líquido para que la felicidad pueda beber el néctar de la armonía?»

Con este cuento o relato el maestro de Feng Shui nos quiere dar a entender que las relaciones entre hombres y mujeres van más allá de modas, de tendencias, de feminismos o machismos. Nos sugiere una relación en armonía. También nos indica que el sexo es un acto pleno de amor capaz de hacer que nos podamos fundir en uno con nuestra pareja en el mismo centro de nuestro  universo.  Está claro que puede haber sexo sin amor y amor sin sexo, pero incluso en el caso de que sea sexo por el sexo, debe haber complementos entre ambas partes para que la unión no se convierta en un cúmulo de conflictos. Queda claro que no hay actos indignos, aunque para la sociedad no esté bien visto, si de esa fusión nace la satisfacción y el equilibrio. Y no hay acto digno, aunque lo aplaudan la sociedad o la religión, si obtenemos malestar, o angustia. Pero el amor y el sexo pueden recorrer caminos paralelos hasta volver a encontrarse otra vez, y aunque disfrutemos de ellos cada uno por su lado, si al final no se unen su actividad será estéril e incompleta, y por lo tanto falta de armonía. Desde luego el amor tiene mucho mejor cartel que el sexo, pero por sí solo no basta, y si no lo ensalzamos con la entrega y la ternura del sexo, que no tiene por qué ser una penetración, o un orgasmo, sino un simple acto de unión entre dos seres complementarios, puede ser tan estéril y poco grato como el sexo por el sexo. Por último quiero apuntar la  descripción del hombre y la mujer según la tradición:

El hombre es Yang:

Luz, firmeza, calidez.

La mujer es Ying:

Receptividad, amor.

Según esta tradición si cada uno actúa como debe de actuar de acuerdo a su naturaleza bondadosa, todo se complementará, y entonces todo es  armonía, seguridad, amor y continuidad en constante evolución.

Una vida más equilibrada, más plena, y en fusión con nuestro yo interior.

Autor: Silver