Un anciano estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida.
Les decía:
.- Una vieja pelea está ocurriendo dentro de mi, es entre dos lobos; uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, competencia, superioridad, egolatría.
El otro es bondad, alegría, paz, amor, esperanza, serenidad, humildad, dulzura, generosidad, benevolencia, amistad, empatía, verdad, compasión y fe.
Esta misma pelea esta ocurriendo continuamente dentro de ustedes y dentro de todos los seres de la tierra.
Los chicos se quedaron pensativos, y uno de ellos preguntó a su abuelo:
Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux, que una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Azul, la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu.
– Nos amamos…- empezó el joven
– Y nos vamos a casar….- dijo ella.
– Y nos queremos tanto que tenemos miedo…queremos un hechizo, un conjuro, o un talismán… algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos…que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar la muerte.
– Por favor…-repitieron– ¿hay algo que podamos hacer?
El viejo los miró y se emocionó al verlos tan jóvenes… tan enamorados…y tan anhelantes esperando su palabra…
– Hay algo….-dijo el viejo- pero no sé…es una tarea muy difícil y sacrificada…
– Nube Azul… -dijo el brujo- ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos… deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte… si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de luna llena…¿Comprendiste?
– Y tú, Toro Bravo…-siguió el brujo- deberás escalar la montaña del trueno…cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas, y solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí, viva…el mismo día en que vendrá Nube Azul. Salgan ahora!
Los jóvenes se abrazaron con ternura y luego partieron a cumplir la misión encomendada… ella hacia el norte y él hacia el sur…
El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con las bolsas que contenían las aves solicitadas.
El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas…eran verdaderamente hermosos ejemplares.
– Y ahora qué haremos…-preguntó el joven- ¿los mataremos y beberemos el honor de su sangre?
– No – dijo el viejo.
– Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne?- propuso la joven.
– No – repitió el viejo.- Harán lo que les digo: tomen las aves y átenlas entre sí por las patas con esta tiras de cuero… cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres…
El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros, el águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero sólo consiguieron revolcarse por el suelo. Unos minutos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse.
Este es el conjuro. Jamás olviden lo que han visto… son ustedes como un águila y un halcón… si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose… sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse el uno al otro…
Michael Gordon Oldfield (nacido el 15 de mayo de 1953) es un músico, compositor, multiinstrumentista y productor británico.
El padre del músico, Raymond Oldfield, adquirió una guitarra cuando servía en la Royal Air Force en Egipto durante la Segunda Guerra Mundial. Mike recuerda cómo su padre «solía tocar la guitarra cada Nochebuena, cantando la única canción que sabía tocar, ‘Danny Boy'». Mike también atribuyó el hecho de que su interés por la música despertara tan pronto cuando vio al virtuoso guitarrista Bert Weedon: «Le vi en la tele cuando tenía siete años y enseguida convencí a mi padre para que me comprara mi primera guitarra. De hecho, creo que de no haber sido por Bert nunca hubiera llegado a ser lo principal en mi vida».
Los Oldfield se convirtieron en una familia ligada a la música: el hermano mayor de Mike, Terry Oldfield, es un compositor de prestigio en el campo de la música para documentales televisivos, y tiene varios álbumes en el mercado; su hermana, Sally Oldfield, consiguió un gran éxito a principios de los 80 con el tema vocal Mirrors, y en la actualidad continúa en activo.
A la edad de 10 años, Mike ya componía piezas instrumentales para guitarra acústica. La guitarra era para él más que un instrumento, era una vía de escape de una situación familiar que fue empeorando y apartándolo del mundo exterior durante mucho tiempo. A lo largo de esa década, la escena musical acústica había gozado de muy buena salud, debido al resurgimiento de la cultura folclórica británica que tuvo lugar en las décadas anteriores. Fue en uno de los muchos clubes dedicados a este movimiento donde el joven Mike empezó a darse cuenta de que su virtuosismo musical era del agrado del público.
«Tenía dos instrumentales de 15 minutos cada uno, que tocaba en los clubes de folk locales en los que iba repasando todos los estilos», decía. «Incluso desafinaba las cuerdas totalmente y las doblaba sobre el mástil y hacía todo tipo de cosas. En cuanto me daban vacaciones en la escuela, pasaba la semana entera practicando y tocando la guitarra». Probó también con la música eléctrica, tocando piezas instrumentales de The Shadows en un grupo amateur.
Cuando Mike cumplió 13 años, la familia Oldfield se trasladó a Romford, Essex. En 1967 dejó la escuela y junto con su hermana Sally formó The Sallyangie, un dúo folk-hippie de voz y guitarra. Firmaron por la compañía Transatlantic, que les editó el álbum «Children of the Sun» en 1968 y el single Two Ships en 1969.
Por esta época el toque de guitarra de Mike fue fuertemente influido por el «folk barroco» popularizado por John Renbourn, líder de Pentangle y Bert Jansch. Después de un año, llegó el fin de Sallyangie.
Tubular Bells
El magnífico ambiente que reinaba en el estudio y la actitud de Newman y Heyworth dieron a Mike la oportunidad de grabar una nueva maqueta basada en los mismos desarrollos instrumentales que ya manejaba desde hacía tiempo. A Heyworth y Newman les encantó y asombró el abanico de ideas de Oldfield, y emprendieron una campaña de persuasión a Branson para que editara aquello y les dejara el estudio durante algún tiempo para grabarlo. De entrada parecía que aquel no era el momento apropiado; el proyecto debía esperar un poco a la llegada de Simon Draper (que se uniría a Branson, poseedor de una cadena de tiendas de discos) para crear una discográfica propia. Draper tenía un amplio conocimiento musical, y cuando escuchó las ideas de Mike, las apoyó inmediatamente.
Mike continuó desarrollando y refinando sus ideas, a las que ahora podía dar un nombre: Tubular Bells aunque en principio se barajasen nombres como Breakfast in Bed (Desayuno en la cama) y Opus One (Opus 1).
Casi se había agotado la paciencia de Mike Oldfield cuando Draper le ofreció una semana de tiempo de estudio en The Manor. Una amplia selección de instrumentos fue llevada al estudio, y comenzó el trabajo. Durante esa semana se grabó algo más de la primera parte del álbum, y el resto emergió durante sesiones repartidas a lo largo de los siguientes meses. Desde el principio Mike ponía las facilidades que le daba la tecnología de la época al límite para hacer sus grabaciones; muy pronto empezó a usar 16 pistas. Como se iban añadiendo a la grabación más y más instrumentos, las sesiones también fueron una prueba para la inventiva de Newman y Heyworth, que mezclaron aquello todo lo bien que les fue posible en un período limitado de tiempo. El equipo de que disponía el estudio no estaba automatizado, y todo el trabajo fue hecho manualmente por Mike, ya que Simon Heyworth y Tom Newman ya usaban todos los dedos de que disponían en la mesa de mezclas; esto hacía menos cercana la relación entre productores y artista, pero aun así cada uno de los tres aprendió muchas cosas de sus otros dos compañeros.
Durante las sesiones, Mike tocó más de 20 instrumentos y se grabaron aproximadamente 2000 cintas de prueba. La música fue interpretada casi al completo por él mismo, con la excepción de Viv Stanshall (voces), Jon Field (flauta), Steve Broughton (percusión) y Mundy Ellis (voces); Newman y Simon Heyworth recibieron crédito como co-productores. Cuando terminaron las sesiones, Branson se llevó las cintas de Tubular Bells a la feria de la industria musical, MIDEM, en Cannes en enero de 1973. Un ejecutivo de la compañía americana Mercury Records le dijo, «si le pones letra te lo compró por 20.000 $». Como nadie se mostraba interesado en respetar el concepto original, Branson y Draper decidieron editar el álbum ellos mismos en su nueva discográfica, Virgin Records.
Tubular Bells vio la luz el 25 de mayo de 1973. Surgió de un proceso de grabación y mezcla al que hubiera podido llamarse arte en estado puro. Los críticos hicieron lo que pudieron para definirlo, pero los aplausos fueron unánimes: el público simplemente abrió su corazón al nuevo artista y su magistral debut. La prensa británica se quedó perpleja. El influyente radio-DJ de la BBC John Peel escribió que aquel era «un disco que cubría genuinamente un nuevo e inexplorado territorio», con música que «combina lógica con sorpresa, sol con lluvia». «Una extensa obra, casi clásica en su estructura y en la forma en cómo el tema está establecido y diestramente trabajado», dijo el Melody Maker. Algunos entrevistadores incluso creían poder enumerar las influencias de Mike : «La textura de Tubular Bells recuerda bastante a Sibelius, Vaughan Williams, Michel Legrand y The Last Night of the Proms», escribió el productor televisivo Tony Palmer.
Tubular Bells siempre se recordará como un momento en la historia de la música rock que cautivó el corazón y la imaginación de mucha gente. Fue también un punto de partida desde el cual poder apreciar los muchos cambios y descubrimientos hechos por este creador que, a partir de los 19 años, fue creciendo en madurez. El álbum entró en las listas del Reino Unido en julio y pronto llegó al primer puesto. Tubular Bells comenzó a venderse masivamente en toda Europa.
En junio de 1973, Tubular Bells se presentó en vivo en el Queen Elizabeth Hall de Londres. Para esta ocasión, se unieron a Mike los guitarristas Mick Taylor (de The Rolling Stones), Steve Hillage (de Gong), Fred Frith (de Henry Cow) y Ted Speight. También participaron David Bedford, Kevin Ayers y Pierre Moerlen, el percusionista de la vanguardista banda de rock Gong, y que sería uno de los nombres fijos en la plantilla de músicos de Mike durante muchos años. La respuesta del público fue descrita por un periodista del New Musical Express así: «Todo el público se puso de pie y empezó a pedir más. Eso sólo fue una de esas raras y espontáneas muestras de agradecimiento».
Tubular Bells también se editó en los Estados Unidos, pero allí todo estaba sucediendo de una forma más lenta. El empujón necesario para que las ventas del disco subieran como la espuma vino cuando el director de cine William Friedkin, animado por Richard Branson, decidió usar un extracto de 4 minutos en la película de terror El Exorcista.
Mike no fue consultado respecto a la asociación de su obra con aquella película, y más tarde diría a los periodistas que aquello no le había gustado del todo. En el Reino Unido, se lanzó un single de Tubular Bells con una versión remezclada del álbum en versión «cuadrofónica», un sistema que necesitaba de cuatro altavoces para su pleno aprovechamiento.
Para mostrar las maravillas de aquel novedoso sistema, el Tubular Bells Quad incluía una secuencia extra de un avión que parecía moverse alrededor del oyente, y que fue grabado después de The Sailor’s Hornpipe.
Tubular Bells (en español, «Campanas Tubulares») es el primer disco de estudio del compositor y multi-instrumentista Mike Oldfield, lanzado el 25 de mayo de 1973. Olfield habría compuesto la música teniendo 17 años, siendo ésta resultado de diversos desarrollos instrumentales que ya manejaba desde hacía un tiempo y que le permitieron desarrollar un abanico de ideas bastante diversas que se plasman en esta pieza musical de dos partes.
Originalmente se trataba de una maqueta que el artista ofreció a diversas discográficas sin que existiera un interés inicial de aquellas por editarlo, entre otras cosas por tratarse de una composición muy extensa y sin letras cantadas, a diferencia de como era tendencia en esa época. Sin embargo Oldfield conoció a Richard Branson, quien poseía unas cuantas tiendas de venta de discos a domicilio y pretendía montar una discográfica, la futura Virgin Records ofreciéndole la posibilidad de publicar su trabajo.
La grabación de Tubular Bells se realizó en The Manor, una mansión-estudio (la primera de Inglaterra), donde las grabaciones se hicieron de manera artesanal. Al tratarse de una larga sinfonía a ser ejecutada con una multitud de instrumentos, prácticamente todos ejecutados por Oldfield, existieron dificultades técnicas para grabar todos a la vez, ya que sólo se disponía de ocho canales para grabar las pistas, teniéndose que recurrir a trucos artesanales como el bloqueo del cabezal de borrado en las grabadoras para poder grabar varios instrumentos.
Tubular Bells fue a la vez el primer lanzamiento discográfico de la Virgin y el disco que logró introducir y consolidar la discográfica, siendo uno de sus discos más vendidos. El disco llegó inmediatamente al número uno de las listas de ventas y permaneció en ella durante varios meses. En los primeros años de salir a la venta se registraron cerca de 16 millones de copias vendidas en todo el mundo, mayormente en Europa, y la crítica alabó la calidad y originalidad de la obra. El éxito de este disco fue tal que fue utilizada parte de la música para ser incluida como banda sonora de la película «El Exorcista», lo cual hizo conocido el disco en todo el mundo.
La música de Tubular Bells se desarrolla a través de diferentes ideas que van evolucionando, concatenando o fusionandose a lo largo del disco, combinando diversos matices e instrumentos musicales, generando un clima diverso en cada sección, desde lo misterioso, épico, triste, alegre o nostálgico, culminando en una alegre y rápida melodía ejecutada en guitarra acústica, la cual es un arreglo de un tema tradicional. El éxito sorprendente logrado por Tubular Bells hizo millonario a Oldfield a los veinte años, pero también le significó una situación que terminó abrumando al artista, sumado a problemas personales, como la temprana muerte de su madre, que generó en él un inicial rechazo a la sobreexposición en los medios, una actitud que ha sido característica en él desde entonces
Lo mejor de Tubular Bells
Tubular Bells se compone de dos piezas (Part One, Part Two), en las que son desarrolladas un sinfin de melodías, e introduce ideas tan originales como:
.-Ausencia de voces: Aunque son utilizadas en coros y acompañamientos en varias ocasiones, en todo en disco, de unos 45 minutos de duración, no existe una sola canción con letra propiamente dicha. Lo más parecido es lo que se ha llamado «El Hombre de las Cavernas» .
.-El maestro de ceremonias: Sin duda una de las parte más originales. Se trata de una voz (Vivian Stanshall) que va nombrando uno a uno los instrumentos que intervienen en el disco, mientras que estos se van oyendo y uniendo a la melodía principal en orden. El último instrumento es muy especial: «plus… Tubular Bells!» Vivian Stanshall era un miembro del famoso grupo cómico-musical inglés The Bonzo Dog Doo-Dah Band, que estaba grabando en los mismos estudios en los que Tubular Bells tomaba forma, y se prestó voluntario a poner su voz en esta parte del disco.
.-El hombre de las cavernas (The Piltdown Man): Uno de los momentos más «duros» del disco. Tiene una curiosa historia: en un yacimiento arqueológico se encontró la calavera de un humano con la mandíbula de un simio. Aquello significó una gran revolución, y se creó una enorme polémica. Finalmente se descubrió que aquello no había sido más que una estafa. Oldfield hizo su particular visión de cómo imaginó a aquel monstruo rudo e ignorante en esta sección de la cara B del disco, en la que él mismo pone su voz a su particular «hombre de las cavernas».
Curiosidades
Murmullos
Sobre el minuto 7:41 de la primera parte se pueden escuchar una especie de murmullos, justo antes de la entrada del contrabajo. No se sabe a quién corresponden las voces, lo que dicen y si fue dejado intencionalmente o no.
Tubular Bells reciclado
Cuando TB fue lanzado al mercado, los discos rock eran fabricados con polímeros reciclados de baja calidad a partir de vinilos reciclados. Solo las obras clásicas eran prensadas en vinilos no reciclados. Esto causó gran disgusto a Oldfield y sus productores, que denunciaban una mala calidad de sonido, y no dudaron en quejarse y exigir una fabricación y material de calidad a Virgin Records. Finalmente, Richard Branson aceptó la fabricación de Tubular Bells en material no reciclado.
La famosa campana
La portada de Tubular Bells (hecha por Trevor Key, que también ha trabajado para Peter Gabriel o Phil Collins) está hecha a base de varias fotografías diferentes. En 1973 no se usaban ordenadores, así que el montaje es totalmente artesanal. Las fotografías de la portada y la contraportada fueron hechas en la misma localización. Muy probablemente se trate de las localidades del sur de Inglaterra de Hastings o Eastbourne. Thom Newman sostiene esta teoría, mientras que Mike se inclina a pensar que se trata de Brighton.
La famosa campana tubular representa hoy en día todo un símbolo: es el «símbolo Mike Oldfield». Él mismo lo eligió cuando creó su propia compañía de discos, Oldfield Music LTD. La portada de Tubular Bells ha pasado a la historia de la música, y su nacimiento fue bastante curioso: Oldfield toca este instrumento al final de la primera parte, pero en vez de usar los tradicionales martillos de madera, golpeó las campanas con uno de hierro («Realmente quería un sonido como de campanario de iglesia, un sonido fuerte, así que decidí usar esos martillos de hierro. Golpeé las campanas después de tomar carrerilla por todo el estudio»). Como era de esperar, las campanas se destruyeron, doblándose sobre sí mismas. Esto le hizo a Mike pensar en una forma para la portada. Fue entonces cuando llamaron a Trevor Key, un fotógrafo especialista en objetos metálicos, quien dio forma final a la famosa campana retorcida de Mike Oldfield.
Posible consumo de drogas durante la composición
Se rumorea que en su juventud, Mike consumió drogas alucinógenas durante la composición de Tubular bells, así como otras piezas musicales, esto lo afirman varias personas de su círculo social en la juventud como por ejemplo su novia de por entonces. La droga consumida habría sido el peyote, lo cual habría favorecido positivamente a la composición. Varios críticos musicales han argumentado que los murmullos son fruto de los efectos alucinógenos.
Discografía
.1973 – Tubular Bells
1974 – Hergest Ridge
1975 – Ommadawn
1978 – Incantations
1979 – Platinum
1980 – QE2
1982 – Five Miles Out
1983 – Crises
1984 – Discovery
1987 – Islands
1989 – Earth Moving
1990 – Amarok
1991 – Heaven’s Open
1992 – Tubular Bells II
1994 – The Songs of Distant Earth
1996 – Voyager
1998 – Tubular Bells III
1999 – Guitars
1999 – The Millennium Bell
2002 – Tr3s Lunas
2003 – Tubular Bells 2003
2005 – Light & Shade
2007 – Music Of The Spheres
Se respeta copyright y derechos de autor, se utiliza sin ningún ánimo de lucro
Un día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta en puerta para pagar su escuela, encontró que sólo le quedaba una simple moneda de diez centavos, y tenía hambre. Decidió que pediría comida en la próxima casa.
Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una encantadora mujer joven le abrió la puerta. En lugar de comida pidió un vaso de agua. Ella pensó que él joven parecía hambriento así que le trajo un gran vaso de leche. Él lo bebió despacio, y entonces le preguntó:
.- ¿Cuánto le debo?
.-No me debes nada.- contestó ella.
.- Mi madre siempre nos ha enseñado a nunca aceptar pago por una caridad.-dijo él.-Entonces, te lo agradezco de todo corazón.
Cuando Howard Kelly se fue de la casa, no sólo se sintió físicamente más fuerte, sino que también su fe en Dios y en los hombres era más fuerte. Él había estado listo a rendirse y dejar todo.
Años después esa jóven mujer enfermó gravemente. Los doctores locales estaban confundidos. Finalmente la enviaron a la gran ciudad, donde llamaron a especialistas para estudiar su rara enfermedad. Se llamó al Dr. Howard Kelly para consultarle. Cuando oyó el nombre del pueblo de donde ella venía, una extraña luz llenó sus ojos.
Inmediatamente subió del vestíbulo del hospital a la habitación. Vestido con su bata de doctor entró a verla. La reconoció en seguida. Regresó al cuarto de observación determinado a hacer lo mejor para salvar su vida.
Desde ese día prestó atención especial al caso. Después de una larga lucha, ganó la batalla. El Dr. Kelly pidió a la oficina de administración del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla y pagarla.
Él la reviso y entonces escribió algo en el borde y le envió la factura al cuarto de la paciente.
Ella temía abrirla, porque sabia que le tomaría el resto de su vida para pagar todos los gastos. Finalmente la abrió, y algo llamo su atención en el borde de la factura.
Leyó estas palabras:
«Pagado por completo hace muchos años con un vaso de leche – (firmado) Dr. Howard Kelly».
Lágrimas de alegría inundaron sus ojos y su feliz corazón oró así:
«Gracias, Dios por que tu amor se ha manifestado en las manos y los corazones humanos.»
La vida siempre nos concede oportunidades, momentos que nos permiten aprender que todo lo que sale de uno mismo con rabia o malestar, le vuelve multiplicado. Fue en Barcelona, hace ya muchos años, en el 2001, y fue donde se me concedió una maravillosa oportunidad de experimentar, aprender, y aceptar. Después de bajar del Monasterio de Monserrat, decidí ir a visitar Barcelona, con mis hijos, y a encontrar un lugar donde cenar. Estuvimos por las Ramblas, lugar emblemático, y después en Maremagnun, un lugar de ocio, donde disfrutaron a lo grande los niños, hasta ahí todo bien.
Entramos en un restaurante Cantonés a cenar, y un pequeño hecho sin importancia desencadenó que todo cambiara. Mi hijo mas pequeño de dos años estaba ocupando el pasillo por donde pasaban los camareros, y no me di cuenta de ello, por lo que cuando intento pasar una camarera me dijo por favor que lo quitáramos pero con un tono muy elevado y con muy mal humor, y me puse al mismo nivel energético, porque de estar alegre y tranquilo, pasé a estar malhumorado; capte y recogí toda la energía negativa de la camarera sin apenas darme cuenta.
Antes de irnos le hice saber al «metre» del malestar de la forma de pedir las cosas de su empleado, aun teniendo razón. Entonces tomamos camino de vuelta al hotel, pero yo estaba interiormente intentado descargar esa energía negativa, sin haber podido conseguirlo. Había comprado dos pequeños ramos de flores secas naturales, y los llevaba mi hijo mayor, pero lógicamente, como un niño que era. iba jugando; quizás se le encomendó una tarea que era la del cuidado de los dos pequeños ramos y cuya tarea era quizás mía., pues mi hijo estropeo uno de esos ramitos, a lo cual reaccione mal, le grite, le dije que era un torpe, el niño se encontró en ese momento sin entender, porque se le reñía, pensaba que no había hecho nada, y efectivamente no lo había hecho, no era tan importante lo que había ocurrido, tenía una fácil solución, que fue la que decidí, de los dos ramitos hacer uno solo.
Hasta que llegamos a la parada del Metro, tenia en mi corazón malestar por lo que había pasado, no me encontraba bien y deseaba pedirle perdón a mi hijo mayor, pero no sabia como expresarme, como decírselo. Llegó el Metro, subimos, y cuando estábamos en él me di cuenta que había olvidado en el andén una cartera-maletín que llevaba con dinero, documentación, las llaves del automóvil, el movil, todo lo necesario para desenvolverme por Barcelona, y para volver a nuestra ciudad, Alicante. Bajé en la siguiente parada para intentar recuperar la cartera, cosa que me parecía difícil.
Pregunté en una de las taquillas y me dijeron que habían encontrado una cartera negra con varias cosas, y que me acercara a donde estaba, que era en otra de las taquillas. Al llegar me contaron que una pareja de novios la había visto, la cogieron y la entregaron a los empleados del Metro. No faltaba absolutamente nada, estaba todo, no habían sustraído nada. El empleado del Metro me dijo textualmente: «Un ángel le ha protegido por que a las horas que son y en el lugar donde se le olvidó, que es uno de los mas concurridos, es la primera vez que ocurre que lo entreguen sin saquear la cartera».
Volvimos al coger el metro, y tuve tiempo de reflexionar hasta que llegamos al hotel. Había experimentado lo mismo que mi hijo había experimentado unos momentos antes. Sentí desasosiego, no lo entendí, experimente todo lo que un niño puede pasarle cuando es reñido sin razón por su padre, tuve la oportunidad de ponerme en la piel de mi hijo, y tuve la oportunidad de darme cuenta que debía de pedirle perdón .
Al llegar al hotel, me abracé a mi hijo , y le pedí perdón, le dije que me perdonara por mi riña, y que no pasaba nada que arreglaríamos los ramitos y haríamos uno, fue un instante único. Me sentí bien, sobre todo después de ver la sonrisa en el rostro de mi hijo. Se me concedió la oportunidad de perdonarme. Comprendí que si actúas con energía negativa, la misma se vuelve en contra tuya, y además multiplicada.
Pienso que todo acabo bien, se encontró la cartera y todo lo que estaba dentro, por que yo ya albergaba el sentimiento de pedir perdón, ya que estoy seguro que si no hubiera sido así no hubiera encontrado la cartera y hubiera recibido la lección completa, que me la merecía totalmente. Comprendí y acepté que es humano tener un momento como este, pero también aprendí que debemos de dominar nuestros impulsos y, al contrario, expresar nuestros sentimientos mas nobles, los sentimientos del amor sin condiciones.
Viví esos momentos de desasosiego como si estuviera en una montaña rusa, subían y bajaban mis sentimientos, mi espíritu, y en esa actividad llegó la paz y la comprensión; bendigo la maravillosa oportunidad que me dio este viaje a Barcelona de poder aprender que todavía no se casi nada, que estoy creciendo, y que el camino elegido es el correcto.
Hoy en día cada vez que me vuelvo a subir a la montaña rusa, pues soy humano, y en ocasiones el ego aparece sin esperarlo, me viene a la mente este momento vivido, y en un acto de reflexión interior, de expulsar la energía negativa, ejecuto el acto de volver a entender que mediante el enojo no llegas a ninguna parte, y en ese instante estoy creciendo como persona, siendo alumno, aprendiz y maestro.
Hoy en día me perdoné, me sigo perdonando, y pido perdón cuando esa parte negativa que a todos nos envuelve en algún momento aparece. Si es difícil estar en esa situación, y lo paso tan mal, por que no concederme el privilegio de no volver a estar así, porque es más fácil y más sano para el alma.
Con luz de aprendiz, con la certeza de que en esta experimentación, día a día, mi espíritu se enriquece.
Una tendencia común en los seres humanos se manifiesta en la aspiración de lograr un mejor nivel de vida, dentro de los límites razonables, pero sin caer en la ambición desmedida, que esclaviza y empuja a obtener más dinero, bienes, fama o prestigio, a veces sin reparar en los medios empleados.
No todo viene a ser relativo, ni todo da igual, porque hay formas o medios injustos de obtener las cosas que causan daño a muchas personas. Nuestra sociedad educa al individuo para competir contra todos, ya sea por un puesto de trabajo, una plaza escolar, destacar en cualquier ámbito, etc.; pero esta realidad, ya casi ineludible, no justifica la tentación o el hecho de recurrir a medios desleales y exentos de escrúpulos.
Todos tenemos derecho a progresar, pero sin engaños, sin pisar ni despojar a nadie de lo que le pertenece.
Seguramente esta pequeña historia, relatada por Anthony de Mello, nos puede ayudar a reflexionar:
«Un hombre de negocios rico que pasaba sus vacaciones en un pueblecito costero, se sorprendió al encontrarse con un sencillo pescador tranquilamente recostado sobre su barco, fumando en pipa y con una mirada plácida y absorta en el azul del mar.
.- ¿Por qué no has salida a pescar? -le preguntó el hombre de negocios.
.- Porque ya he pescado bastante por hoy -respondió el pescador.
.- ¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas? -insistía el industrial.
.- ¿Y qué iba a hacer con ello?
.- Ganarías más dinero, podrías poner un motor a tu barco, para llegar a aguas más profundas y pescar muchos más peces. Así incrementarías tus beneficios, que te permitirían comprarte mejores redes que aumentarían tus capturas y con ellos tus ganancias. Enseguida podrías comprarte más barcos… pescar cada vez más, y hacerte rico como yo.
.- ¿Y qué haría entonces?.-pregunto de nuevo el pescador.
.- Podrías tomarte un respiro, descansar y disfrutar de la vida.-respondió el hombre rico.
.- ¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento?.-respondió el sencillo pescador.»
Dice la ley del Karma, con gran acierto, que los seres son dueños de sus acciones y herederos de los frutos que las mismos producen, más pronto o más tarde Un refrán castellano resume la misma idea con estas palabras, cada cual es hijo de sus obras entre otras muchos cosas. Ambas sentencias quieren enseñarnos que la suerte, o la adversidad, no dependen nunca de un hecho aislado, sino de un conjunto de circunstancias acumuladas por la forma de ser o actuar de la persona.
Debemos estar atentos y cerrar la puerta de la mente a todos los pensamientos o ideas negativos y a expulsar las que allí se encuentran, aceptando solo imágenes y sentimientos de paz y felicidad. Los pensamientos generan acciones y éstas desembocan en resultados buenos o malos, de acuerdo a lo que la mente ha proyectado.
Desde los tiempos más remotos, la persona que deseaba el camino del Zen se comprometía a respetar estos cuatro propósitos:
1) Ayudar a todos los seres.
2) Poner freno a los deseos inmoderados.
3) Meditar para encontrar la sabiduría.
4) Alcanzar el despertar y vivir de acuerdo a las leyes de la naturaleza.