EL Candil de los Pensamientos

Sé como el sol, que no espera a que se lo pidan para derramar su luz y calor

Autor: Silver

Dicen que somos seres espirituales con vivencias humanas, y no lo contrario, pero esas vivencias humanas, este chasis de carne, este cuerpo con el que vivimos nos limita, delimita y nos mantiene en una continua montaña rusa, arriba y abajo y abajo y arriba; no creo en algunas teorías de que se puede dominar el teorema físico que nos envuelve. Todos los medios a nuestro alcance los utilizamos los reconvertimos o los convertimos en herramientas para nuestro aspecto más físico, ignorando (ignorar que no obviar), que nuestra parte espiritual está ahí, siempre presente, y así intentamos buscar el centro entre dos  mitades, y aspirar a sentirnos tranquilos, pero fatal tranquilidad porque no es más que un espejismo.

El  ego nos hace ver que quizás los demás, nosotros mismos, nos dan más importancia de la que realmente tenemos, ya que nada más alejado de ser más de lo que realmente somos, ya que todos tenemos el mismo nivel, solamente el aprendizaje, el ejercicio continuo y la experiencia vivida nos hace evolucionar. Entonces entra en funcionamiento el apego por alguna persona, o por cosas materiales, entonces olvidamos lo que somos, que el resto no nos sirve para el equipaje, para la maleta,  ya que todo es más liviano, más ligero, mas gaseoso, pero nos condicionamos dentro de esta carcasa física, nos hacemos cábalas, y nos encerramos en historias que nos parecen montañas inexpugnables.

Los halagos nos hacen sentirnos bien, a todos nos gustan, y quien diga lo contrario se engaña a sí mismo, y esos halagos, junto con el apego, nos llevan a estar en una nube, de nuevo es algo que no es real, así se percibe. Llega el momento de los desapegos,  y te das cuenta que este camino emprendido de conocimiento de uno mismo, es mucho mas ilimitado mas infinito que lo que realmente experimentamos conscientemente en  nuestra mente.  Uno mismo  es tan libre que no tiene límites ni fin, lo puede todo, y aceptamos que todos estamos necesitados de que nos quieran, en todos sus términos, en toda su extensión, y nos convertimos en herramientas, instrumentos, damos lo que somos en esencia, , nuestra propia luz, y esto no nos aparta en absoluto de nuestro camino emprendido, ni siquiera de nuestro vinculo con la persona que nos eligió, que elegimos, libremente convivir, compartir, experimentar, amar, reír, disfrutar, llorar, seguimos siendo uno con esa mitad, pero ampliamos nuestra conciencia unitaria, nuestra conciencia fraternal, en su totalidad, y nos encontramos eligiendo aunque sea por una milésima de segundo, ser la totalidad, la unidad, con todo y con todos.

Claro está que para llegar a este punto, el ego, el apego y el halago, tiene que haber servido como instrumentos, sencillos y eficaces, herramientas para superar una prueba más en el camino, una piedra más que saltar, ya que la única manera que experimentemos, es así, aquí y ahora, en la Tierra, con sus condicionantes físicos, con todo lo que compone la vida terrenal.  Todo en conjunto son lecciones que vamos aprendiendo, para superar los exámenes que encontramos frente a nosotros,  para seguir completando el trayecto hacia lo que somos luz en acción.

Son mis reflexiones, mis dudas convertidas en pensamientos para poder emprender mi camino más  acorde con lo que realmente soy, con lo que realmente expreso desde mi ser interior hacia fuera. Comprendí por fin la verdadera libertad. Comprendí que somos más libres cuanto más libres son los demás; cuando somos nosotros. Una última reflexión, la búsqueda continua es sentirse libre y a gusto con uno mismo, los demás y su entorno, y hacia esa búsqueda caminamos  todos.  

El ego, el halago, el apego y  el desapego  sirven para experimentarlos, para apoyarse cuando se desfallece en el caminar, para aprender.

Autor: Silverio