El Tao del Sexo, se traduce en una variedad de posturas que son las que han regido la práctica del sexo entre los taoístas desde tiempos inmemoriales.
La filosofía taoísta proviene de China donde, desde hace más de dos mil años, se tiene la conciencia de que la sexualidad es una parte integral del ser humano.
Para el Tao no existe el morbo, la represión o la culpa. El sexo no sólo es satisfactorio, sino muy saludable tanto física como psíquicamente y está relacionado con la belleza y la longevidad.
Los orientales han practicado el ¿arte sexual¿ durante milenios partiendo de los principios básicos del Tao.
Se trata de conseguir el equilibrio a través de la dieta, la meditación, la respiración, ciertos ejercicios y, sobre todo, una forma muy especial de practicar el sexo.
Una vez preparado el ambiente, llega el momento de poner en práctica las técnicas del Tao del sexo, siendo uno de los ejemplos el que a continuación se indica:
Los antiguos orientales tenían otra forma para controlar la eyaculación conocida como la técnica de la presión.
Esta técnica se puede utilizar en todas las posiciones y es el hombre el que la aplica sobre sí mismo. Con sus dedos izquierdos índice y medio oprimen el punto situado entre el escroto y el ano, durante tres o cuatro segundos.
Mientras hace esto, debe practicar una profunda inspiración. Una de las mayores ventajas de este método, es que el hombre no debe retirar su martillo de jade de la puerta de jade de la mujer, por lo que no habrá ninguna interrupción en el coito, ni tampoco habrá una disminución en la satisfacción de la mujer.
Así, la comunicación alcanzada en el maravilloso momento de la unión sexual, la comunicación entre la pareja no se romperá en ningún momento. Además, como es él el que realiza la técnica sobre sí mismo cuando lo crea necesario, no tiene que evidenciar ante la mujer sus momentos de debilidad.
Existe otra técnica de la presión, más moderna, pero que resulta más complicada ya que es la mujer la que la debe aplicar sobre su compañero y además solo puede emplearse cuando la mujer se encuentra sobre el hombre.
El hombre debe avisar cuando está alcanzando el máximo nivel de exitación, para que ella misma retire el martillo de jade de su cuerpo y presione con sus dedos la zona del borde del glande durante tres o cuatro segundos.
La presión que ella ejerza debe ser delicada pero firme, para que la urgencia de eyacular desaparezca. En este caso, se pierde a proximadamente un 20% de eyaculación. Ambos deben esperar como treinta segundos, antes de reiniciar la unión, que debe ser liderada por la mujer. Ella se encarga de introducir de nuevo el martillo de jade en su puerta.
De igual forma, ella debe ser cuidadosa y ni siquiera permitir sonrisas o actitudes que puedan significar para él alguna burla, pues esto disminuirá todavía más la erección y él se sentirá muy mal.