Lo escribí el 17 de febrero de 2001, y lo transcribo tal cual salió en aquel momento de dentro de mi:
Quizás escribir sea la catarsis mas utilizada para extraer de uno todo lo que está rompiéndole por dentro, para hacer limpieza, suelo hacerlo a menudo.
Hoy he llevado a Nacho, mi hijo pequeño al Neurocirujano, para la revisión por su enfermedad, pues dicho medico debía darme su opinión. Estas revisiones son como pruebas que debes de superar, y que cuando las has pasado te sientes tranquilo, dando igual cual será el contenido de la noticia.
La noticia fue buena y esperanzadora, Nacho sigue mejorando, va mejor, y los médicos siguen perplejos; han decidido hacerle una serie de pruebas para comprobar su evolución y evaluar su próxima escolarización desde el punto de vista pedagógico.
Pero mi reflexión no es sobre el diagnóstico de los médicos, sino muy diferente, más cercana a los sentimientos, la esperanza y seguir teniendo fe.
Siempre he tenido fe mucha fe, en mi, en mi hijo, en el destino, desde una perspectiva verdadera sin condicionantes ni aditivos. He aprendido a tener fe sin pedir nada y a no esperar que se me otorgará algo a cambio por tener fe y esperanza, he aprendido a vivir con gratitud.
Estoy convencido que todo esto me ha servido para experimentar, para crecer espiritualmente y como ser humano. Este trabajo del día a día de aprender, hacer y ser la misma acción de ello. En este trabajo estoy acompañado por mi otro hijo Dani, ejemplo de amor por su hermano.
No se si esta relacionado con todo lo acontecido en mi vida, pero desde salí de la oscuridad que me encontraba, mi hijo Nacho ha ido mejorando. Como almas que estuvieran unidas y el camino de uno fuera el camino del otro.
Hace un tiempo leí un pequeño fragmento de Edward J. McGrath Jr., y deseo transcribirlo porque en muchos momentos me ha hecho pensar que debía seguir teniendo fe y esperanza, que en algún momento perdí, ya que se me dijo por parte de los médicos que Nacho padecería una paraplejia parcial, y hasta ahora no ha sido así.
Este fragmento me daba ánimos en esos momentos de decaimiento, para que pudiera desde la situación que tuviera mi hijo, crearle un mundo normal, y enseñarle que con la fuerza del corazón se puede caminar grandes distancias, con amor todo es posible.
«LA MAGIA DE LA FE.»
Todavía no tengo edad para jugar al béisbol ni al futbol.
Mamá me dijo que cuando empiece a jugar al beisbol, no podré correr tan rápido como los demás, porque me operaron.
Le dije a mamá que no necesitaré correr especialmente rápido.
Cuando juegue al béisbol golpearé las bolas tan fuerte que saldrán del estadio. Entonces me bastara con caminar.
Que todo el amor recibido y que seguirá recibiendo mi hijo pueda desplazar de su cuerpo cualquier resquicio de la enfermedad, y un día los dos, padre e hijo, poder correr detrás de la pelota de beisbol, sin tener que golpearla fuerte.
Pero si no es así, también jugaremos al beisbol, y caminare, junto a él, aprendiendo que su valor y entrega es el camino.
Al día de hoy 5 de marzo de 2014, mi hijo sigue recibiendo ayuda médica, pedagógica y psicológica, así como una enseñanza adecuada para él. Sigue adelante, contrariamente a lo que se diagnóstico en un principio. Sigue siendo un regalo cada día compartir nuestra vida con él, disfrutar cada día como el primero y el último, en definitiva, vivir cada momento intensamente junto a mi hijo, mis hijos y mi esposa.
Nacho tu puedes, porque lo deseas, porque la fe y la esperanza no se debe perder nunca. ¡Sigue adelante campeón!