Archivos para 8 noviembre, 2012

Una tendencia común en los seres humanos se manifiesta en la aspiración de lograr un mejor nivel de vida, dentro de los límites razonables, pero sin caer en la ambición desmedida, que esclaviza y empuja a obtener más dinero, bienes, fama o prestigio, a veces sin reparar en los medios empleados. 

No todo viene a ser relativo, ni todo da igual, porque hay formas o medios injustos de obtener las cosas que causan daño a muchas personas. Nuestra sociedad educa al  individuo para competir contra todos, ya sea por un puesto de trabajo, una plaza escolar, destacar en cualquier ámbito, etc.; pero esta realidad, ya casi ineludible, no justifica la tentación o el hecho de recurrir a medios desleales y exentos de escrúpulos. 

Todos tenemos derecho a progresar, pero sin engaños, sin pisar ni despojar a nadie de lo que le pertenece. 

Seguramente esta pequeña historia, relatada por Anthony de Mello, nos puede ayudar a reflexionar: 

«Un hombre de negocios rico que pasaba sus vacaciones en un pueblecito costero, se sorprendió al encontrarse con un sencillo pescador tranquilamente recostado sobre su barco, fumando en pipa y con una mirada plácida y absorta en el azul del mar. 

.- ¿Por qué no has salida a pescar? -le preguntó el hombre de negocios.

.- Porque ya he pescado bastante por hoy -respondió el pescador. 

.- ¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas? -insistía el industrial. 

.- ¿Y qué iba a hacer con ello? 

.- Ganarías más dinero, podrías poner un motor a tu barco, para llegar a aguas más profundas y pescar muchos más peces. Así incrementarías tus beneficios, que te permitirían comprarte mejores redes que aumentarían tus capturas y con ellos tus ganancias. Enseguida podrías comprarte más barcos… pescar cada vez más, y hacerte rico como yo. 

.- ¿Y qué haría entonces?.-pregunto de nuevo el pescador. 

.- Podrías tomarte un respiro, descansar y disfrutar de la vida.-respondió el hombre rico. 

.- ¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento?.-respondió el sencillo pescador.» 

Dice la ley del Karma, con gran acierto, que los seres son dueños de sus acciones y herederos de los frutos que las mismos producen, más pronto o más tarde Un refrán castellano resume la misma idea con estas palabras, cada cual es hijo de sus obras entre otras muchos cosas. Ambas sentencias quieren enseñarnos que la suerte, o la adversidad, no dependen nunca de un hecho aislado, sino de un conjunto de circunstancias acumuladas por la forma de ser o actuar de la persona. 

Debemos estar atentos y cerrar la puerta de la mente a todos los pensamientos o ideas negativos y a expulsar las que allí se encuentran, aceptando solo imágenes y sentimientos de paz y felicidad. Los pensamientos generan acciones y éstas desembocan en resultados buenos o malos, de acuerdo a lo que la mente ha proyectado. 

Desde los tiempos más remotos, la persona que deseaba el camino del Zen se comprometía a respetar estos cuatro propósitos: 

1) Ayudar a todos los seres.

2) Poner freno a los deseos inmoderados.

3) Meditar para encontrar la sabiduría.

4) Alcanzar el despertar y vivir de acuerdo a las leyes de la naturaleza.

 AUTOR:SILVER