La vida siempre nos concede oportunidades, momentos que nos permiten aprender que todo lo que sale de uno mismo con rabia o malestar, le vuelve multiplicado. Fue en Barcelona, hace ya muchos años, en el 2001, y fue donde se me concedió una maravillosa oportunidad de experimentar, aprender, y aceptar. Después de bajar del Monasterio de Monserrat, decidí ir a visitar Barcelona, con mis hijos, y a encontrar un lugar donde cenar. Estuvimos por las Ramblas, lugar emblemático, y después en Maremagnun, un lugar de ocio, donde disfrutaron a lo grande los niños, hasta ahí todo bien.
Entramos en un restaurante Cantonés a cenar, y un pequeño hecho sin importancia desencadenó que todo cambiara. Mi hijo mas pequeño de dos años estaba ocupando el pasillo por donde pasaban los camareros, y no me di cuenta de ello, por lo que cuando intento pasar una camarera me dijo por favor que lo quitáramos pero con un tono muy elevado y con muy mal humor, y me puse al mismo nivel energético, porque de estar alegre y tranquilo, pasé a estar malhumorado; capte y recogí toda la energía negativa de la camarera sin apenas darme cuenta.
Antes de irnos le hice saber al «metre» del malestar de la forma de pedir las cosas de su empleado, aun teniendo razón. Entonces tomamos camino de vuelta al hotel, pero yo estaba interiormente intentado descargar esa energía negativa, sin haber podido conseguirlo. Había comprado dos pequeños ramos de flores secas naturales, y los llevaba mi hijo mayor, pero lógicamente, como un niño que era. iba jugando; quizás se le encomendó una tarea que era la del cuidado de los dos pequeños ramos y cuya tarea era quizás mía., pues mi hijo estropeo uno de esos ramitos, a lo cual reaccione mal, le grite, le dije que era un torpe, el niño se encontró en ese momento sin entender, porque se le reñía, pensaba que no había hecho nada, y efectivamente no lo había hecho, no era tan importante lo que había ocurrido, tenía una fácil solución, que fue la que decidí, de los dos ramitos hacer uno solo.
Hasta que llegamos a la parada del Metro, tenia en mi corazón malestar por lo que había pasado, no me encontraba bien y deseaba pedirle perdón a mi hijo mayor, pero no sabia como expresarme, como decírselo. Llegó el Metro, subimos, y cuando estábamos en él me di cuenta que había olvidado en el andén una cartera-maletín que llevaba con dinero, documentación, las llaves del automóvil, el movil, todo lo necesario para desenvolverme por Barcelona, y para volver a nuestra ciudad, Alicante. Bajé en la siguiente parada para intentar recuperar la cartera, cosa que me parecía difícil.
Pregunté en una de las taquillas y me dijeron que habían encontrado una cartera negra con varias cosas, y que me acercara a donde estaba, que era en otra de las taquillas. Al llegar me contaron que una pareja de novios la había visto, la cogieron y la entregaron a los empleados del Metro. No faltaba absolutamente nada, estaba todo, no habían sustraído nada. El empleado del Metro me dijo textualmente: «Un ángel le ha protegido por que a las horas que son y en el lugar donde se le olvidó, que es uno de los mas concurridos, es la primera vez que ocurre que lo entreguen sin saquear la cartera».
Volvimos al coger el metro, y tuve tiempo de reflexionar hasta que llegamos al hotel. Había experimentado lo mismo que mi hijo había experimentado unos momentos antes. Sentí desasosiego, no lo entendí, experimente todo lo que un niño puede pasarle cuando es reñido sin razón por su padre, tuve la oportunidad de ponerme en la piel de mi hijo, y tuve la oportunidad de darme cuenta que debía de pedirle perdón .
Al llegar al hotel, me abracé a mi hijo , y le pedí perdón, le dije que me perdonara por mi riña, y que no pasaba nada que arreglaríamos los ramitos y haríamos uno, fue un instante único. Me sentí bien, sobre todo después de ver la sonrisa en el rostro de mi hijo. Se me concedió la oportunidad de perdonarme. Comprendí que si actúas con energía negativa, la misma se vuelve en contra tuya, y además multiplicada.
Pienso que todo acabo bien, se encontró la cartera y todo lo que estaba dentro, por que yo ya albergaba el sentimiento de pedir perdón, ya que estoy seguro que si no hubiera sido así no hubiera encontrado la cartera y hubiera recibido la lección completa, que me la merecía totalmente. Comprendí y acepté que es humano tener un momento como este, pero también aprendí que debemos de dominar nuestros impulsos y, al contrario, expresar nuestros sentimientos mas nobles, los sentimientos del amor sin condiciones.
Viví esos momentos de desasosiego como si estuviera en una montaña rusa, subían y bajaban mis sentimientos, mi espíritu, y en esa actividad llegó la paz y la comprensión; bendigo la maravillosa oportunidad que me dio este viaje a Barcelona de poder aprender que todavía no se casi nada, que estoy creciendo, y que el camino elegido es el correcto.
Hoy en día cada vez que me vuelvo a subir a la montaña rusa, pues soy humano, y en ocasiones el ego aparece sin esperarlo, me viene a la mente este momento vivido, y en un acto de reflexión interior, de expulsar la energía negativa, ejecuto el acto de volver a entender que mediante el enojo no llegas a ninguna parte, y en ese instante estoy creciendo como persona, siendo alumno, aprendiz y maestro.
Hoy en día me perdoné, me sigo perdonando, y pido perdón cuando esa parte negativa que a todos nos envuelve en algún momento aparece. Si es difícil estar en esa situación, y lo paso tan mal, por que no concederme el privilegio de no volver a estar así, porque es más fácil y más sano para el alma.
Con luz de aprendiz, con la certeza de que en esta experimentación, día a día, mi espíritu se enriquece.
AUTOR:SILVER