Somos responsables de cómo nos sentimos. No podemos culpar a nadie, somos nosotros mismos quienes «elegimos» cómo somos influenciados por las situaciones. Si estamos enfadados, con el corazón dolido o angustiados, es hora de elegir de forma diferente y asegurarnos de que no vuelva a suceder. Sanar el corazón también es una elección, aunque uno no haya pensado nunca que lo fuera.
En primer lugar no somos nuestros sentimientos. Puede que estemos experimentando enfado, depresión o miedo, pero no somos esos sentimientos. Todos ellos han sido adquiridos y lo que hacen es nublar nuestra paz y belleza internas.
Observémoslos y pensemos: «No estoy enfadado, deprimido o asustado. Esto son sólo sentimientos. Es hora de dejarlos ir y recordar quién soy yo realmente». Y después, tomarnos unos momentos para reflexionar sobre nuestra verdadera naturaleza. En la calma de una reflexión silenciosa podemos volver a retomar conciencia de nuestro verdadero ser: En esencia, somos un ser espiritual, un ser de paz, un ser de amor, un ser lleno de belleza y cualidades.
Con una observación serena y paciente, veremos cómo estas cualidades afloran desde nuestro subconsciente. Esto es meditación.
Al margen de la procedencia de este texto, es cierto que somos paz y armonía interna, todo lo demás, y lo sé por experiencia, son montañas rusas que fabricamos en nuestra mente, subiendo y bajando, cuantas más veces elijamos subir, al final estaremos arriba, y la paz nos llenará.