El Buda esbozó una sonrisa y lo miró compasivamente. Luego le preguntó:
.-Sona, tengo entendido que eras en tu hogar muy sagaz tocando el laúd, ¿no es cierto?
.-Sin duda, venerable Señor. Soy muy hábil haciendo sonar el laúd.
.-Te quiero preguntar una cosa, Sona-dijo el Buda- ¿Suenan bien las cuerdas de tu laúd cuando las tensas demasiado?
.-En absoluto, Señor-repuso Sona-En tal caso los tonos son demasiado altos.
.-¿Y si dejas las cuerdas demasiado flojas? ¿Suenan bien?
.-Tampoco, Señor, porque en tal caso los tonos son muy bajos.
.-Entonces, Sona, te pregunto: cuando las cuerdas de tu laúd no están demasiado tensas ni demasiado sueltas, ¿suenan bien? Es decir, cuando están en su justa y precisa tensión, ¿los sonidos son adecuados?
.-Por supuesto, Señor-afirmó sin ninguna duda Sona.
.-Pues así -explicó el Buda-un exceso de celo, Sona, extenúa la mente e irrita más los pensamientos; como un defecto de celo conduce a la indolencia y la pereza. O sea, ambas actitudes son equivocadas. Debes aplicarte con celo sereno, esfuerzo ecuánime, controlando tus sentidos.
De modo gradual, paso a paso, sobrevendrá la felicidad y con la felicidad llegarás al Nirvana.
En nuestras prácticas, debemos conducirnos de una manera justa y equilibrada. No es sano y es inútil caer en mortificaciones, que sólo nos conducirán a nublar más aún nuestra mente.
Enseñanza budista