Desamparado y errante en las calles nevadas durante la Navidad, un perro vagabundo logró pasar inadvertido mientras que buscaba un sitio caliente y seguro para abrigarse, entró en el patio de una iglesia, disimulándose enseguida entre las figuras de un nacimiento.
Caída la noche, un feligrés que visitaba el recinto y admiraba la composición navideña se topó con el intruso, cálidamente acurrucado y dormido dentro del pesebre. Había escogido para descansar el lecho mismo del niño Jesús.
En ese momento se corrió la voz entre los parroquianos, que acudieron numerosamente a mirar al inesperado extraño sin que nadie tuviera el valor de echarlo de ahí y le dejaron pasar la noche en su improvisado refugio.
A la mañana siguiente, al despertar, iba a abandonar el pesebre, pero el perro se encontró con que ya había sido adoptado, tenía una familia, un hogar, y nunca más tuvo frío ni hambre.
precioso
Una verdadera historia de amor y lealtad animal.
Gracias Lucia Ubeda por entrar en el blog y ser parte de este rincón.
Silver
Que bello!
besiños
Besos también para ti Betina.
Silver
Me alegro de saber de ti y compartir como siempre. Mis mejores deseos.
Igualmente, me alegro de saber de ti, y que estés por aquí. Mis mejores deseos también para ti.
Silver
Muy bonito.
Espero que paséis buenas fiestas.
Un abrazo, Eneko
Hola Eneko, cuanto me alegro de saber de ti, que pases tu también unas felices fiestas.
Un abrazo muy fuerte.
Silver